Mi retiro fue en el mes junio del año 2021 el primer retiro de mujeres realizado en Paraguay del Santuario Nuestra Señora del Rosario de Luque.
Debo decir que me fui al retiro a ciegas, sin saber que pasaría ese largo fin de semana, digo largo porque en realidad era totalmente reacia a participar del mismo, me negaba la mayor de las gracias en ese entonces, que era recibirle a Jesús en mi corazón y poder sentir todo el inmenso amor que tenía para mí y que yo rechazaba constantemente.
Debo decir tambien que no entendía porque venían de tan lejos esas mujeres para plantar la semilla de Emaús a Paraguay, con tanta emoción y alegría, a regalarnos su tiempo y su vida , hoy puedo decir que gracias a todas ellas pude encontrarme con el amor más incondicional del mundo, porque antes de entrar a ese retiro no me consideraba una hija amada por Dios sino al contrario , pero ese fin de semana me mostro que yo soy lo más hermoso que Dios creo, que me ama, que a diario me regala tanto , me bendice con tantas cosas , aprendí a perdonar y perdonarme , aprendí que el amor todo lo puede , aprendí a valorar mi familia y toda mi existencia y hoy solo puedo decir que Jesús nunca me abandonó, siempre camino a mi lado y me llevó en brazos cuando me sentía cansada, aunque yo no me daba cuenta de ello porque estaba ciega por las cosas mundanas de la vida , queda mucho por hacer y mucho por aprender de él.
Él tiene su tiempo y su tiempo es perfecto, nunca temprano , nunca tarde, nos toca tener un poquito de paciencia y un montón de Fe. Hoy puedo decir también que tengo paz, una paz que jamás creí poder experimentar en mi vida anterior , el mundo no cambió, siguió ahi tal cual como lo deje, pero fui yo quien cambio, porque hoy afronto al mundo de otra manera , porque sé que no estoy sola, Dios me acompaña en cada paso , sanó mis heridas , me devolvió la fe , aprendí a rezar , aprendí a escucharle y por sobre todo, que el me ama a pesar de mis errores y mis defectos , hoy me acerco a la confesión, a la comunión, a la iglesia cosa que antes para mí no era necesario, conocí a mujeres excepcionales que hoy en día son mi familia , mis hermanas, me siento muy afortunada y doy Gracias por haber recibido la bendición de haber podido caminar en Emaús, animo a todas las personas que quieran vivir esta experiencia con Jesús a que den el primer paso del encuentro con Jesús resucitado , porque JESUCRISTO HA RESUCITADO !! ¡¡EN VERDAD A RESUCITADO!!.
¿Cómo contarles de mi experiencia Emaús sin contar de lo que están a punto de vivir?.
Me gustaría tanto decirles las actividades que se realizan, como está estructurado el fin de semana para que viven esta experiencia increíble, pero les contare más bien lo que sentí a través este viaje para que puedan tomar sus propias decisiones.
Para ponerles un poco en contexto, decir que fui bautizada, porque bueno, de bebé, tampoco me pidieron mi opinión jajajaja, y toda mi familia es católica, pero mis padres no son practicantes y no tuve educación religiosa. Eso sí, creo en Dios. Creo que Dios está aquí para enviarnos señales en nuestras vidas, para tomar las buenas decisiones y afrontar momentos difíciles, pero también para poner en nuestros caminos personas que pueden cambiarlas. No soy de estas personas que va a la iglesia los domingos, ni que reza en mi casa, pero mi relación con Dios lo llevo a mi manera y les digo que este retiro me llevó después a confesarme por primera vez. Me ha hecho pensar mucho en mi vida, mi familia, mis seres queridos y en cómo ser una mejor versión de mí.
Creo que el día a día nos come, y este retiro permite tomar un tiempo para reflexionar en lo que realmente nos importa, nos hace felices y quien queremos ser.
Mi mejor amiga me llevó a este retiro pensando que no iba a durar ni siquiera un día, y solo les puedo decir que salí con el alma llena de alegría; como en una burbuja de felicidad. Todo también gracias al gran equipo que les acompañará en esta experiencia.
Cada uno puede tener dudas sobre lo que pasará, si le va a gustar o no, pero de verdad es una de las mejores experiencias que he probado, y si pudiera, ¡lo viviría una segunda vez!
Aunque a veces me extravío, ahora tengo la certeza de que Jesucristo Resucitado está entre nosotros, que me acompaña y orienta de forma eficaz cuando acudo a Él y le trato en los sacramentos.
Hay muchas formas, sin duda, en las que el Señor se presenta y puede cambiar la vida de una persona. El retiro de Emaús es una de ellas.
Mi cuñado me lo recomendó insistentemente, me dijo que a él le había venido fenomenal, que le había cambiado la vida. De esto hace ya 7 años.
Yo era muy mundano, he tenido una vida de éxito tanto profesional como personalmente.
Mi mujer, un mes antes que yo hizo el retiro. Ella era como yo, todo bien pero no teníamos ninguna creencia religiosa.
La noté muy cambiada y me sorprendía mucho. Encima no me contaba nada. Lo que pasa en Emaús se queda en Emaús, decía.
Fui nervioso, el viernes. Siempre he sabido dónde me metía y ahora no. Lo único que mi mujer y su hermano decían que les había encantado.
¡El domingo por la tarde, me puse a fumar un cigarro, al final del retiro y de pronto me di cuenta de que había puesto un pie fuera de la casa!!!.
¡Que no!!! ¡Que yo no quiero salir de aquí!!!! ¡Que quiero seguir!!.
¡Increíble, me cambió la vida, solo en 48 horas vi lo que no había visto en 60 años!!!.
Gracias al camino de Emaús he visto la realidad, sé que Dios está conmigo, y que nunca me abandona.
A todo el que quiero le recomiendo intensamente que lo haga, me parece que no compartir una experiencia tan fundamental sería un egoísmo por mi parte.
Dios nos quiere a todos y cada uno de nosotros, y en el retiro de Emaús se hace palpable.
El viernes 4 de octubre de 2019, yo era una mujer adulta, profesional, atea profundamente, racional y convencida de ello desde que tenía uso de razón, casada por la iglesia porque en aquella época era lo que tocaba, y madre de dos hijos de 17 y 15 años por entonces, bautizados y con la primera comunión hecha porque su padre lo veía oportuno y conveniente y acordamos que él se encargaba de todo. Yo sólo tendría que ir a la ceremonia como quien dice.
El Domingo 6 de octubre yo era la misma, con la misma buena, mala o regular vida que el viernes anterior, pero ahora SABÍA Y SENTÍA que Dios estaba conmigo incluso durante esos años en los que yo lo negaba. ¿Recomendar Emaús? TOTAL Y ABSOLUTAMENTE.
Soy andaluza por lo que además de educación religiosa en colegio de monjas de los 4 a los 18 años, mi entorno social, familiar e incluso profesional, es profundamente cofrade, o profundamente rociero, o profundamente devoto de alguna advocación particular y seguramente mariana o ambas. Me jactaba de conocer sobradamente el paño, y pensaba que todo aquello era muy grande para ellos, pero muy friki para mí. Personalmente no me parecía honesto ni respetuoso participar de la fiesta y no creer en su parte religiosa que debía tenerla. Para ellos claro. Para mi todo era mayormente fanfarria socio-cultural.
Por circunstancias que no vienen al caso, mi marido hizo Emaús, y tras ello solo me dijo, “No puedo contarte nada, pero solo te pido que lo hagas”. Eso fue en mayo de 2019 y hasta octubre, mi marido que era creyente pero muy a su manera, había cambiado de algún modo a mejor, no sabía exactamente como o en qué. Pero “era” mejor. Cuando yo le preguntaba si su cambio se debía a Emaús, muerta de curiosidad en el fondo, solo me repetía, “No puedo contarte nada, pero solo te pido que lo hagas”.
Poco antes de entrar, ante mis dudas cada vez mayores, porque todo eso de rezar, cantar, adorar y demás fanfarria, de verdad que no era para mí, tan racional, tan normal, ……mi marido a veces añadía, “ya que has decido entrar, te pido un favor, que te quedes hasta el final. Por mí, por nosotros.” Finalmente, por nosotros, y en el fondo por MI entré. Lo peor que iba a pasar era un fin de semana sin móvil, trabajo, hijos, reuniones, plazos, marido, reloj,…..nada malo iban a enseñarme, y siempre podía ser para mi un respiro tipo meditación personal. Mindfulness lo llaman.
Cuando mi marido salió de su Emaús el domingo, públicamente dijo que me comunicaba que éramos tres en nuestro matrimonio. Él, y yo como siempre, pero ahora también Dios. Personalmente pensé, “vaaaaale………ahora querrá ir a misa todos los domingos¡¡¡¡¡ “ Cuando salí yo el 6 de octubre, unos meses después, mi marido no daba crédito cuando era yo quien públicamente declaraba que aceptaba encantada ser tres en nuestro matrimonio.
Más de un año después de mi Camino por Emaús solo tengo agradecimientos para algo de lo que yo personalmente me reía en el fondo, con mucho respeto y de puertas adentro y todo lo que quisiera añadir entonces, pero me reía profundamente de ello y especialmente de los frikis que rezaban, iban a misa, hablaban de Dios…
Cuando miro hacia atrás, antes y después de Emaús mi vida es igual más o menos, mi casa, mi trabajo, mi familia, lo bueno, lo malo, lo chungo de verdad y lo bueno visto de algún modo, o sin que haya manera de verle ese lado bueno, pero ahora SÉ Y SIENTO que somos tres en este camino que a veces tiene piedras y otras escaleras mecánicas, a veces ascensor pero algunos tramos por lo visto toca subirlos andando…
La buena noticia es que ahora sabemos que Él camina con nosotros entre tanto ascensor y tantas piedras y barrancos.
Realmente, en los momentos en los somos plenamente conscientes de ello, de que caminamos los tres al unísono, somos realmente felices con lo mismo chungo, bueno, malo, o regular, pero juntos, los tres.
Aunque tuve una educación católica, nunca sentí de verdad la presencia de Cristo en mi vida. Con la llegada de la adolescencia, la juventud y los nuevos vientos de libertad de los años 70 y 80, la poca fe de mi infancia, se difuminó completamente.
Tuvieron que pasar 50 años de total alejamiento para que, de pronto, por sorpresa, sintiera la mano de Cristo sobre mi hombro. Él siempre estuvo, está ahí, nos llama de forma discreta, y nos deja libertad para que le permitamos entrar en nuestra vida, o le dejemos esperando, pacientemente, en el quicio de la puerta.
Doy gracias infinitas porque se me permitió oír, escuchar la llamada, dejarme pensar que nada perdería por asistir a aquel retiro del que no tenía información alguna. Tan sólo sabía que lo impartía gente laica, como tú o como yo; que solo había que escuchar, y que duraba un fin de semana…
No caí de forma estrepitosa del caballo cuando iba a «mi Damasco». Fue un cambio lento, progresivo y profundo, que fue modificando drástica y beneficiosamente mi actitud y la percepción de los acontecimientos que nos encontramos en la vida. Me sentí ligero, confiado, sanado, sin lastres.
Abrir aquella puerta de mi corazón me liberó de mi propia cárcel.
Los que hicimos el retiro, tenemos la tranquilad y la seguridad que proporciona saber que vamos por «el buen camino», el único que conduce a la Verdad y la Vida. Exultantes como estamos, no tenemos más remedio que no ser egoístas y animar a que nuestros semejantes puedan experimentar también esta alegría, esta Paz, con mayúsculas, que sólo Cristo te puede dar.
Desde estas líneas os invito a recoger el premio de un boleto que ya tenéis premiado y ha sido gratuito, un verdadero y sorpresivo regalo. Yo encontraría tiempo para venir a buscar la recompensa.
En abril del 2012 me invitaron a hacer un retiro de Emaús. Mi primera reacción fue decir que no. El último retiro lo había hecho cuando tenía 16 años y ya estaba sobrado de esas cosas. Pero como la persona que me invitaba goza de mi confianza, al final accedí. Así que cerré mi maleta y abrí mi mente y mi corazón, dispuesto a dejarme hacer, sin prejuicios.
Confieso que llegué confuso y con miedo por todo lo que había oído sobre él. Sabía que algo iba a pasar. Fue como montar en el tren de la bruja, esperando cuándo vendría el escobazo. Era el tercer retiro en España y nadie me había dicho nada sobre lo que pasaba en el retiro. Mejor así. Cuando el viernes me fui a la cama estaba más confuso que cuando llegué. Solo pensaba: “ya queda menos para que esto termine”.
Pero cuando finalicé el retiro salí convencido de una cosa. Dios me amaba. Yo era importante para Él. Di un repaso a mi vida y descubrí que Dios siempre había estado a mi lado cuidándome, esperándome a que me volviera a Él para abrazarme. La llama que prendió entonces en mí sigue ardiendo con fuerza y procuro mantenerla siempre viva, sin separarme de la fuente del calor. Si tuviera que definir estos retiros con siete palabras diría que “son una experiencia del amor de Dios”.
Al llegar a casa, mi alma rebosaba de gratitud y por eso, como dice la canción, me hice la pregunta de “¿cómo podré agradecer tanta bendición?” Así que, además de “levantando mis manos Señor y proclamando que Tú eres Dios”, me dije: tengo que hacer algo por mi prójimo. Y pensé que la mejor manera de transmitir ese amor que recibí gratis era realizar algún servicio por los demás.
Considero que el servicio a los demás es lo mejor que podemos presentar al Señor cuando lleguemos ante Su presencia. El Señor me ha regalado durante estos últimos años muchas ocasiones para ello, por las cuales no paro de darle gracias. Entre otras cosas, he colaborado en varios retiros de Emaús haciendo de servidor e incluso dando testimonio en público (cuantos nervios he pasado). También he tenido la suerte de ser voluntario en el economato de Cáritas (Cáritas Multiplica), ayudando a los más necesitados a satisfacer sus necesidades básicas de alimentación.
Dentro de la parroquia procuro estar disponible y atento a cuantas necesidades puedan surgir y en las que yo pueda echar una mano. Aunque mi vida no ha cambiado mucho, la actitud ante la forma de afrontar la vida y la atención a mi prójimo, han conseguido que sea mucho más feliz que antes y esto también ha redundado en beneficio de los que me rodean.
Cuando conoces a Cristo, ya nada es igual.
Mi retiro de Emaús fue el primero en el que ya caminamos algunas mujeres de San Germán, era enero de 2.011.
Este dato, que puede parecer baladí, no lo es, porque se tradujo en:
Acudir a ciegas, sin más referencia que la de la persona que me invitó.
Aislarme un fin de semana entero en ese contexto absolutamente desconocido.
Un equipo de organizadoras (servidoras) también desconocidas y desplazadas desde diferentes puntos de América.
¿Consecuencia? Salí del retiro repitiéndome que aquello no era para mí y repleta de juicios contra aquella “panda de locas”, cuando lo que realmente pasaba en mi interior era había hecho tambalearse la estructura de todas mis falsas seguridades:
¡Dios bendiga a aquellas «locas» que cruzaron el Atlántico para mostrarme que es bueno abrir el corazón a Dios y a los demás! En eso se resume mi experiencia: fue dejar caer las costras de las heridas que recubrían mi corazón como una coraza que lo hacía impermeable a todo y a todos, para que Dios pudiera moverse libremente en él. Para que pudiera entrar a dar vida en lo muerto y salir a hacer lo mismo con los que me rodean. Porque al vivirlo así, entendí que no es mío y para mí, sino para todos.
Aprendí a amar a la Iglesia, de la que me había ausentado mucho tiempo, como el hogar común, como la posada necesaria para descansar y en la que crecer seguro y acompañado. Una Iglesia que nos invita a salir enviados a entregar a otros el tesoro que, como una madre, pone en tus manos, con la esperanza de que puedas traer hasta ella a tantos que, quizá sin siquiera saberlo, necesitan cobijarse en ella y sentir su abrazo.
Asistí a los retiros de Emaús muy escéptico porque apenas sabía en qué consistían. Y agradezco que se mantenga ese factor sorpresa más que nada porque así uno no va con prejuicios y tomé la actitud, una vez allí, de “dejarme sorprender”. Estuve a la expectativa de lo que iba a acontecer y con la disposición de disfrutarlo y la oportunidad que me brindaba conocer a gente nueva.
No, tampoco te lo voy a contar yo, porque lo bueno de estos retiros es vivir una experiencia personal y es cada uno quien debe asimilar lo que allí pasa, experimentarlo.
Se lo recomiendo a todo el mundo independientemente de cómo estés en tu vida, si buscas algo como si no, el retiro no defrauda. Además, tiene un factor vital y es que las personas que lo organizan ponen mucho tiempo, trabajo y dedicación en el mismo y no hablo solo de voluntariedad sino del cariño con que te reciben y te cuidan durante el retiro.
Desde luego, Emaús a mí me ha cambiado mucho y para bien. Tengo una vida mucho más plena, soy más consciente de las distintas realidades de mi vida, como mi trabajo, mi familia, mis amistades y el mundo que me rodea y lo contemplo desde otra perspectiva que a mí me ayuda mucho más a crecer y desarrollarme como persona.
Sí, Emaús te cambia la vida, pero para bien. Nada tienes que perder por asistir a un retiro y me daría mucha lástima que fueras con la idea de que es un retiro más o que puede ser una pérdida del fin de semana que lo puedo aprovechar para otras cosas. Emaús no es un retiro al uso, entre otras cosas sorprende por eso.
Quizás es por las ideas preconcebidas de cada uno y no tiene…nada que ver. Lo haría cada fin de semana si pudiese. Es más, si pudiera iría a todos los que pudiese ayudando a prepararlos porque es incluso mejor.
No, no puedo contarte nada, pero todo el que lo hace siente un profundo cambio en su vida y una alegría desbordante. Jamás he oído a nadie decir que le ha defraudado. Puedes salir del retiro más emocionado o menos, pero no defrauda, a nadie. Y no te preocupes por el no conocer a nadie, o a ver qué digo, porque todos van igual que tú, prácticamente sin saber muy bien en qué consiste.
Ahora que lo veo desde otra perspectiva, creo que tampoco hace falta. Solo necesitas ir…y dejarte querer.
Emaús es un regalo
Estamos en abril del 2.014, cuando un amigo íntimo me invita a asistir a un Retiro Espiritual un poco rarito, pues no se sabe muy bien de qué va, dice que es religioso, pero poco más.
Yo ya había asistido a algún Retiro Espiritual tipo Ignaciano, pero poco más, nunca. Había sido un católico muy practicante. Pero mi amigo insiste ya que su mujer lo había hecho hace años y no dejaba de insistir que debía hacerlo. Además, mi mujer lo hace 15 días antes que yo, lo que termina de convencerme, pues le noto un cambio radical, sobre todo la veo mucho más alegre. Por lo que fuimos cuatro amigos sin saber lo que nos iba a cambiar la vida.
A todo esto, el Retiro me llega en un momento muy complicado de mi vida:
-Laboralmente estoy en una fase de liquidación de mi empresa, con un gran esfuerzo y sufrimiento por mi parte, ya que estoy pasando de aprobar un acuerdo de proveedores, a optar por la liquidación total.
-Económicamente me estoy arruinando. He intentado rescatar la empresa, pero sin éxito con el desgaste económico y personal que significa.
-Físicamente estoy bastante mal con una enfermedad auto inmune y dolorosa.
-Familiarmente los problemas se multiplican, además mi matrimonio no pasa por el mejor momento.
-Espiritualmente estoy peor que nunca, ya que había abandonado la religión por completo.
De esta manera me llega el RETIRO, y aquí empieza lo bueno.
Después de salir del retiro mi vida cambió bastante, todo fue a peor.
Menos en lo espiritual. Nada mejoró, sino que en lo laboral, económico y físico fue a bastante peor. No voy a aburriros con Enfermedades, pleitos, etc. Pero si hubo algunas cosas que me enseñó el RETIRO, y que gracias a ellas sigo adelante:
-Soy mucho más FELIZ. Ya no me asustan las desgracias. Doy gracias por todas las cosas buenas que me ocurren cada día.
-Ahora aprecio mucho más lo que tengo, en vez de penar y sufrir por lo que he perdido, y no me refiero solo a lo material.
-Ahora perdono de corazón, sé que el rencor es una carga muy pesada y es mejor dejarla aparcada en cuanto la notas. Perdonar de corazón es una sensación de lo más maravilloso que hay.
-Sé que en mis Amigos/Hermanos de Emaús tengo un apoyo incondicional.
-Sé que Jesús esta siempre conmigo.
El Retiro de Emaús no ha cambiado el entorno, la economía, el trabajo, la salud, la familia, etc., siguen sus caminos a mejor o peor. Pero yo sí que he cambiado, creo que por supuesto a mejor, pues soy más feliz.
Fue allá por abril de 2013. Invitado por un familiar y tras haber negado una invitación de mi párroco en dos ocasiones el poder asistir antes. Sucedió algo indescriptible, recibí la alegría del resucitado. Me sirvió para que Cristo entrara en mi vida de una forma activa y supiera ver las cosas de otra manera diferente.
Nací y me crie en el seno de una familia cristiana. Estudié en un colegio religioso. Pero mi Fe se fue diluyendo poco a poco. Vivía mi vida sin convicciones religiosas auténticas donde Cristo no tenía el sitio privilegiado dentro de mí como lo tiene ahora.
A partir de 2010 empecé a oír de unos Retiros llamados de Emaús que hacían mucho bien a las personas, pero pensaba, ¡esto no va conmigo! Fue mi actual esposa la que lo hizo primero.
Iba muy escéptico sin esperar nada a cambio. Pero en el discurrir del mismo fui sintiendo algo dentro de mí. Sentí como si alguien llamara a la puerta de mi corazón.
Tras el Retiro, recuperé unas oraciones (algunas olvidadas) con el sentimiento de las mismas. La palabra de Dios y la Eucaristía están siendo algo básico en mi día a día.
Ahora, aunque mi vida es la misma, la vivo de forma diferente porque Cristo está siempre presente. Soy más feliz.
Os ánimo a que acudáis un fin de semana a realizar el Retiro de Emaús. Es posible un gran encuentro inesperado en cualquier momento con Alguien muy importante que os puede cambiar la vida.
Viví muchos años apartada de Dios, no queriendo saber nada de Él ni de la Iglesia, en un mundo sin luz y vacía. Fue a partir de los 45 años cuando sentí la necesidad de dar un sentido a mí vida y comencé a rezar alguna vez y asistir a Misa esporádicamente. Empecé a encontrar paz en mi alma, quería conocer todo lo que me acercase a Dios y adquirir formación, porque también carecía de ello.
Un día escuché a mi párroco hablar del Retiro de Emaús y como estaba en plena búsqueda decidí hacerlo. Iba con curiosidad, pero sin saber nada de lo que se hacía allí, como llevaba poco tiempo yendo a la parroquia tampoco conocía a casi nadie. Más tarde pude entender que Dios me había llevado ese fin de semana porque quería que tuviese un encuentro con Él y que de una vez por todas cambiase mi manera de vivir, tenía mucha necesidad de ordenar mi vida y sólo Él podía hacerlo. Me doy cuenta de todo lo que me he perdido porque con Dios todo acaba bien y llevaba demasiados años buscando…
Fue un fin de semana de sentimientos muy intensos, me sentí querida de una forma preciosa y especial, reí, me emocioné y conocí a personas que con gran generosidad trasmitían felicidad a pesar de no haber tenido una vida fácil, y yo también necesitaba eso. Sólo tuve que dejarme llevar y abandonarme.
Ese fin de semana dio sentido a muchas cosas ocurridas en mi vida, yo nunca había estado sola porque Él había estado conmigo siempre, esperando que le dejase entrar en mi corazón, en mi alma, pero yo estaba ocupada en otras cosas que me hacían daño y no me dejaban aceptarme como era. Pero Cristo me invitaba a que recorriésemos juntos el camino hacia el Cielo.
Conocí mujeres estupendas que después de ese fin de semana se han convertido en mi familia. Esta parte humana también ha sido muy importante para mí, he conocido una comunidad formada por mujeres con las que a veces comparto más que con mi propia familia.
Mi camino ha sido lento pero seguro, sigo teniendo problemas en mi vida como todo el mundo, pero los afronto de otra manera porque sé que no estoy sola, Dios me acompaña, ha curado mis múltiples heridas, me ha devuelto la autoestima, siento que me quiere con todos mis defectos, he aprendido a rezar, a escucharle, tengo la necesidad de confesarme, de comulgar, de hablar con un sacerdote… para mí todo esto antes de hacer Emaús era impensable. He aprendido a preocuparme de los demás de corazón, a rezar por ellos e intentar ponerme en su piel para saber qué sienten y ayudarles.
Me siento una afortunada porque Dios me perdonó mis pecados y me enseñó a perdonarme a mí misma, puso luz en tanto desconcierto.
Este retiro es muy especial y animo a que todo el mundo lo haga con independencia de su situación espiritual porque de vez en cuando debemos parar este ritmo de vida frenético, en una sociedad que los valores a veces se tambalean y apostar por recogernos un fin de semana para dejarnos abrazar y sorprender. Le doy gracias a Dios por haberme iluminado el día que escuché hablar del Retiro de Emaús, para no dudar y por fin, darle mi sí al Señor.